ARCANOS MAYORES
UNA DIMENSIÓN DE NUESTRA EXISTENCIA EN LO DESCONOCIDO.
Cuando soñamos estamos liberando situaciones que nuestro inconsciente ya no puede mantener en la profundidad de esa caja negra Freudiana del Ello.
Pero este no es el asunto que voy a plantear en este escrito. Los sueños implican en su esencia una aspiración que no ha ocurrido sobre la cual conducimos nuestra vida, pero que en ocasiones la dejamos en un segundo plano en las prioridades.
Tenemos la absurda tendencia a ocuparnos de nuestros asuntos esenciales cuando los mismos nos han generado un problema. Entender que la prioridad en la vida somos nosotros es un primer aspecto que debemos grabar sobre piedra en un sitio en que todas las mañanas nos obliguemos a leer.
Un soñador no es un fantasioso, el sueño no es una fantasía, es una realidad posible, alcanzable y que esta allí en el universo esperado que nosotros decidamos que ocurra.
¿Entonces qué hacer para que los sueños ocurran?
Existen dos posibilidades: primera, dejarla allí en nuestra mente para que sea para siempre una mera aspiración a punto de ocurrir, segundo, hacer lo necesario para que ocurra y disfrutemos en la realidad de nuestra vida.
Una cuestión importante es que los sueños deben poseer la potencialidad de pertenecer a la realidad. Cuando los sueños están enmarcados en situaciones irreales, es imposible que ocurran. Cuando sueño en volver al pasado para cambiar mi historia, ello por ahora es existencialmente imposible, luego no es un sueño, sino un pensamiento absurdo. Sueño estar el día, la hora y en el lugar que te conocí. Para no estar allí. Es irreal.
Bueno, sin más algunas reglas:
1. Para cualquier propósito lo primero es barrer el patio de nuestra vida. Debemos sacar de nuestra existencia todo lo que consideramos negativo o tóxico. Las cosas ocurren porque las podemos ver, sentir, palpar, oler, escuchar o saborear.
Si tenemos tóxicos, oscuridad, negaciones, envidias, apegos, odios o cualquier vivencia o pensamiento que nos hagan pensar negativamente, necesariamente no podemos abrir los canales existenciales para que el universo fluya y su energía vibre positivamente a nuestro favor.
Perdonemos desde nuestro corazón nuestros odios, dejemos nuestros apegos materiales, miremos hacia nuestro interior y no juzguemos a nuestros semejantes.
Dejar los apegos materiales no significa un voto de pobreza, significa que puedo tener todo lo material que quiera, pero nada de ello me ata, si lo pierdo no me afecta, si lo tengo tampoco. No me siento más rico por tenerlo, ni más pobre por perderle.
Los apegos a las personas, corresponden a sentirlos una propiedad, una posesión a tener derechos sobre ellos. Si están soy feliz, sino también. La felicidad estará en que mis acciones siempre se encaminaran a entregar todo y no esperar nada. Cuando no espero, no pierdo.
También es importante sentirnos bien con nosotros mismos, tenemos que aceptarnos como somos y mejorar en lo que encontremos que son aspectos negativos o tóxicos. Si siento envidia porque a mi compañero lo ascendieron y a mí no, debo trabajar para que la próxima vez esa situación me genere alegría, porque si a los demás les va bien a mí también me vendrán cosas positivas. Pongo a vibrar el universo a mi favor.
Cuando mi vida se trata de estar pendiente de qué hace mi vecino para para criticarlo, juzgarlo y envidiarlo, la energía vibra negativamente y nada llegará, nuestros sueños quedarán ahí esperando que cambie mi manera de asumir mi existencia.
Asumir un estilo de vida equilibrado es importante, porque nuestro cuerpo es el templo de la energía que por nuestra existencia fluye. No se trata de asumir estereotipos sociales, de ser delgado, de hacer deporte todos los días, de comer de una u otra forma. Se busca que evaluemos nuestra situación física y asumamos los cambios que estimemos necesarios para sentirnos saludables. Las enfermedades surgen por corto circuitos energéticos en nuestra integralidad vital, física o psíquica. La sanación es tan simple como volver las cosas al estado inicial de nuestra existencia como seres humanos. En equilibrio con la energía universal.
En este último asunto me parece muy acertado el planteamiento de mi amigo medico Ramón Granados Ferreira, mantener nuestro pH (potencial de hidrógeno) neutro evita cualquier enfermedad. Un pH neutro, es una situación de equilibrio físico químico de alcalinidad / acides. Si miramos la escala es de 1 a 14 y se pretende mantengamos un pH en 7 a 7,35 neutro. Todo en nuestra existencia es equilibrio.
2. Con el patio limpio, busquemos que nuestras cosas estén en el lugar que deben estar y no donde quieran estar o les toque estar. Con ello empezamos a administrar nuestra vida y nuestro entorno. No permitamos que personas o pensamientos sobrenaturales administren nuestra existencia.
Este punto puede sonar bastante controversial, pero es necesario que lo analicemos. Nos preguntamos cómo se administra nuestra existencia, por mí o por terceros. Por ejemplo, perdono porque es una acción que surge de mi corazón o perdono porque alguien me dice que debo perdonar y realmente no me ocupo en ejecutar una acción de perdón o lo hago esperando una recompensa divina.
Hace algunos años los jóvenes universitarios escucharon a un gurú del perdón y sin ningún trasfondo los puso a abrazarse en todo momento y con toda persona, no hay duda que los abrazos con personas que vibran positivamente son agradables, pero esa acción sin ninguna connotación de perdón, amor o generosidad termina siendo anti-higiénica, en tiempos de la gripe aviar. La esencia se convierte en apariencia.
Todo lo que conocemos ocurre en esta dimensión existencial, el cielo, el purgatorio y el infierno están en este momento, es ahí donde discurre nuestra vida. Lo que ocurra más allá no lo sabemos, puede existir una dimensión muy diferente a la actual donde no tenga ninguna significación lo que ocurre en esta. Pero sí, lo que hagamos y cómo lo hagamos. Por ejemplo, seguramente nada significaran los bienes terrenales, pero si como los emplee en esta, esencialmente en mi generosidad, perdón y amor a los semejantes.
No se trata de votos de pobreza si no de acciones de desapego, donde mi actuar no afecte por el ego a las demás personas, lo demás lo hace el universo y sus energías esenciales.
Ir a cultos semanalmente y esperar que el pastor o el cura nos digan cuales son las acciones que hacia Jesús y toda la trascendencia que tuvo en su vida, de nada sirve si en nuestro corazón no está sembrada la semilla del amor, el perdón y la generosidad.
Debemos administrar nuestro sembradío, no esperar que las cosas pasen porque creemos que lo merecemos. Nadie merece nada, ni positivo ni negativo. Ocurren las cosas porque hacemos lo necesario para que ocurran, positivas o negativas.
Ir a culto es muy importante, para quien crea que es importante, pero no es lo único ni lo de mayor significación. Se escucha para actuar conforme a nuestra comprensión espiritual de lo que es el amor, la generosidad y el perdón. En ultimas, lo que transforma son nuestras acciones, el verbo es acción. Administremos nuestra cosecha, no solo esperemos a recogerla.
Cuantas personas salen de los cultos religiosos e inmediatamente juzgan, envidian, rumoran del otro y hacen lo contrario de lo que segundos antes les han dicho que hagan. El amor es acción. Las dispensas solo sirven en la dimensión de los apegos.
Este punto de la administración de nuestra vida es determinante en la transformación de la vibración negativa en positiva. Solo cosecho, cuando siembro. Solo obtengo buena cosecha cuando siembro en tierra fértil.
La tierra en la que siembro es el corazón, la semilla es de amor, generosidad y perdón. Que la tierra sea fértil o no, depende de mis acciones. Si he mantenido una vibración positiva de equilibrio esta tierra es fértil y brotará una buena cosecha, en caso contrario y vivo en la vibración negativa solo crecerá hiedra, maleza y no obtendré ninguna cosecha. Nada positivo se produce, los sueños no se cumplen.
3. Para obtener una buena cosecha debo cuidar en cada momento mi cultivo, debo abonar el terreno, debo regarlo con suficiente agua, debo protegerlo de las heladas y tempestades. Ese cuidado es nuestra constante acción de amor. El amor es desapego, es la entrega sin esperar nada a cambio, es perdonar lo imperdonable y colocar la otra mejilla porque no hay nada que perdonar y todo se ha olvidado.
Es una labor de todos los días, será nuestro estilo de vida. Mantener el equilibrio universal de nuestra existencia debe constituir la mayor prioridad de cada día. Cuando ello ocurre viviremos en nuestros sueños, ellos serán nuestra realidad. Será la única forma que finalizada nuestro camino material nuestra universal trascienda a la energía universal.Debemos salir del corto circuito energético.
En este aspecto la oración es muy importante. La oración es pedirnos a nosotros mismos ser conscientes de nuestra dimensión existencial, visualizar nuestro corazón como tierra fértil, vernos trabajando arduamente para que nuestras acciones de amor, generosidad y perdón abonen nuestra cosecha. La oración es hacia dentro de nuestro corazón, para que se produzca la transformación al equilibrio, para que nuestra cosecha alimente a nuestros semejantes. Buscamos que la cosecha se la más grande que podemos lograr para que pueda alimentar a más personas, sin importar a quien. No cosechamos para nosotros o para nuestros apegos, cosechamos para los demás. No guardaremos ni un grano.
4. Todas estas acciones nos permitirán tomar consciencia de nuestra existencia. Quizá este punto sea el más complejo, la consciencia de la dimensión existencial. En nuestra sociedad, muy del mundo actual consumista, desinformado y con una calidad educativa baja, asumimos una realidad y tenemos consciencia de otra diferente.
Mirarnos y ver nuestro interior, puede ser más complejo que asumir nuestra consciencia social. El pobre la mayoría de las ocasiones juzga duramente a su vecino pobre, pero asume una actitud complaciente ante la injusticia de la desigualdad social y para con quien lo mantiene en esa condición. Esto simplemente para mostrar lo complejo del tema, por cuanto en lo mental, psíquico o espiritual, esa conciencia es aún más desconocida.
Debemos orar a nuestro corazón todos los días, debemos administrar nuestra existencia en la oración. Importante que nuestro cultivo requiere de tiempo específico y no el que nos sobre, nada de nuestra existencia debe ser la sobra. Tenemos una muy pésima practica y forma de vida y es dejar lo nuestro, lo vital, lo esencial, como lo secundario. Ejemplos, si deseo hacer ejercicio la justificación por no hacerlo es porque no tenemos tiempo, si deseamos viajar igual justificación, si deseamos ir a cine ibídem, y así todo lo que puede ser gratificante. Entonces si no hacemos lo que deseamos, qué estamos haciendo. Decimos amar a ciertas personas (padres, abuelos etc.) y ni siquiera las vistamos porque no tenemos tiempo, entonces que es el amor sin tiempo para amar. Mueren y lloramos porque no los amamos lo suficiente. Podemos hacer que ocurran cosas reales.
Todas estas situaciones, solo como referentes, muestran la poca consciencia que tenemos de nuestra existencia, y la oración nos permite abrir nuestro corazón y mirar hacia dentro, mirar nuestra tierra, nuestro cultivo, nuestra cosecha.
Un asunto es no negarnos nuestra condición, nosotros no estamos naciendo hoy traemos una historia de vida, creencias, apegos, cultura, religión etc. Aprovechemos esas situaciones para nuestra transformación. Si voy al templo lo hago para encontrarme a mí mismo y asumir una consciencia existencial. Nunca para que el pastor o el cura me sanen o me entregue soluciones mágicas o milagrosas a mis necesidades.
Los milagros ocurren, pero son de nuestra cosecha. Cuando entrego un grano de trigo desde mi corazón con generosidad, perdón y amor, la consecuencia desde el equilibrio universal, en un concepto probado en la física cuántica, recibo millones de granos de trigo y ello produce una cadena de vibración positiva infinita. Cuantas veces nos preguntamos, porqué a esta persona le sale todo bien, la respuesta está en esta fórmula.
Si entrego monedas, recibo monedas. Si entrego amor y perdón recibo al universo mismo y me integro a la luz existencial.
Dediquemos un tiempo preciso diario a nuestra oración a nuestro corazón, pero transformar nuestro ego en generosidad, para transformar nuestro odio en perdón, para dar y no juzgar, para tomar consciencia que son nuestras acciones las trasformadoras.
Entreguemos de lo que tenemos y no de lo que nos sobra, lo que nos estorba, lo de poco valor. Aprendamos que la generosidad no es caridad, que la relación entre lo que damos y lo que recibimos es proporcional pero cualitativa y no cuantitativa. Cuando entrego lo insignificante solo vendrán cosas insignificantes. Cuando entrego las sobras solo recibo las sobras.
Dejemos la adoración de imágenes, de lugares, de personas y dediquemos un tiempo de nuestra vida a cultivar el amor en nuestro corazón, cultivemos la generosidad y el perdón. Apartemos el mundo de las apariencias de la esencia y vivamos en la dimensión de la sabiduría y luz universal.
La luz no es un estado de conciencia, la luz es la conciencia de la existencia para trascender. Cuando tomamos conciencia de la complejidad de nuestra existencia, entendemos la necesidad de cultivar nuestra razón para hacerla una acción. El hombre vive para trascender, pero es muy corto el mensaje que basta con sembrar un árbol, tener un hijo y sembrar un árbol. Con ello se trasciende en la dimensión de los apegos materiales, con las acciones del corazón.
Todos los días dediquemos un tiempo a nuestro corazón, tanto en lo físico como en lo espiritual, oremos como una forma de tomar conciencia de nuestra existencia, de nuestras acciones de amor, generosidad y perdón. Ocasionemos que las cosas ocurran, volvamos a la esencia y poco a poco abandonemos la apariencia. Nunca olvidemos que cuando la esencia se deja a cosas, personas, lugares, fetiches, se convierte en apariencia.
Las iglesias son sitios de gran confluencia energética, aprovechemos las visitas a las mismas para orar y poner nuestras energías en vibración positiva en sintonía con la energía universal.
Los milagros suceden cuando ocurre esa sintonía, cuando pido cosas buenas para quien me envidia, me odia y busca mi perjuicio. Cuando pido para mí, no esperemos que ocurra nada, así no funciona el universo. Aprendamos a pedir desde nuestro corazón, el cultivo y la cosecha para los demás sin importar quien, sin juzgar, sin esperar nada a cambio. Que tu mano derecha no se entere de lo que hace tu mano izquierda. Recuerda que con tu mano izquierda entregas, con la derecha recibes.
Perdonemos al que nos ofende y coloquemos la otra mejilla con la plena confianza que no hay nada que perdonar. Quien perdona, pero no olvida, quien perdona, pero juzga, quien perdona, pero condiciona, solo está alimentando su ego. Coloca una compresa a una herida putrefacta.
El perdón está en nuestro corazón, no lo busquemos fuera, no oremos a imágenes, no esperemos acciones de seres sobrenaturales, son nuestras acciones las que producen las grandes cosas.
La consciencia de nuestra capacidad de amar, perdonar y dar, nos hace trascender de los apegos materiales, a una dimensión de sabiduría y de allí a la luz. El universo es perfecto, y nosotros somos parte integrante de él, volvamos al estado de equilibrio, donde las cosas pasan para que seamos felices.
Justificar nuestra vibración negativa, es negar nuestra dimensión, y mientras ello ocurra, no podrá producirse la trasformación a la abundancia.
Siempre he repetido, porque es muy agradable estar con ciertas personas y a otras las evitamos, la respuesta es simple, nos agrada la vibración positiva y repelemos el polo negativo.
Es el momento, no has leído esto por casualidad. Recuerda que la casualidad ni la suerte existen, las cosas se producen por nuestras acciones. Ahora, es el momento de cambiar nuestra existencia. Abrázame y abre tu corazón al universo.