DIOS NO JUEGA A LOS DADOS CON EL MUNDO
DIOS NO JUEGA A LOS DADOS CON EL MUNDO.( Albert Einstein 1943)
Atribuir lo bueno o lo malo a cuestiones del azar es buscar la justificación más pobre a las consecuencias de nuestras acciones.
Existen leyes universales sobre las que se construye todo lo conocido.
Si hay leyes debió existir un legislador que definió absolutamente todo lo posible.
LA TERAPIA VADE RETRO PARA EL EQUILIBRIO. CURARNOS DE TODOS LOS MALES Y ATREVÁMONOS A DEJAR EL MIEDO Y EXORCIZAR NUESTROS DEMONIOS.
Lo primero es que los títulos no dicen nada y solo invitan a la lectura, en esta oportunidad voy a desarrollar la primera parte de muchas partes de un todo, como es la integralidad de nuestra existencia. Efectivamente encontraremos respuestas e interrogantes a lo que somos y cómo podemos transformarnos. Como siempre no se trata de una doctrina, sino de una ruta de las miles que hay en el universo.
En un diario de ayer leía, con sorpresa que se trate de una noticia de esta década, que los placebos no son tan inútiles en la curación de las enfermedades humanas, ya que se demuestra cómo inciden en que el organismo reaccione de forma autónoma a las enfermedades y las elimine, en otras palabras provoque la curación.
Y la sorpresa no está en establecer que toda una investigación científica llegue a esa conclusión, sino que hasta ahora ese grupo de estudiosos perciban en sus ensayos como el ser humano está constituido como una dimensión integral, de cuerpo y mente, que interactúan como un sistema de complejidades que nada deja al azar.
El ser humano está circunscrito a indefectibles leyes naturales del universo, y lo que ocurre o no, tiene una causa definida a la cual corresponde un efecto, con ello debemos irnos olvidando que las cosas en el universo ocurren por el azar. Esta afirmación, que no es de mi autoría, Albert Einstein la utilizó en variantes de esta cita en otras ocasiones; por ejemplo, en una conversación de 1943 con William Hermanns donde dijo reiterativamente: “Como he dicho tantas veces, Dios no juega a los dados con el mundo” (Einstein and the Poet: In Search of the Cosmic Man, 1983:58).
Entonces, sin pretender un argumento de autoridad, sino un mero referente histórico, el concluir que nuestro ser está construido sobre estructuras que confluyen a las leyes naturales, es un gran avance en entender, más allá de la religión y la ciencia, los procesos en los que nos transformamos de manera permanente e infinita.
Podemos visualizar nuestro ser, como queramos, lo importante es definir dos componentes esenciales, lo orgánico y la psique. Los dos de similar importancia, el uno confluye a las funciones del otro y viceversa, sin embargo, cada parte tiene objetivos diferentes aunque articulados entre sí.
Pensemos en una cuestión que resulta elemental, tenemos sistemas que integran un macrosistema, ejemplo, Sistema articular, Sistema circulatorio, Sistema endocrino, Sistema esquelético. Sistema inmunitario, Sistema linfático, Sistema muscular, Sistema nervioso y sistema reproductor. Aunado a esto, nuestro cerebro se establece como el administrador integral del proceso. Si algo se percibe inadecuado la respuesta será inadecuada, y tarde o temprano aparece una falla en el funcionamiento. Llamamos a esta falla “enfermedad”. Es simplemente la respuesta funcional de los sistemas a una percepción algo que está ocurriendo.
Sin pretender ahondar en conceptos psicológicos profundos y especializados, miremos casos de la vida diaria. Cuántas personas intentan bajar de peso a través de dietas estrictas que básicamente lo que obligan es a abstenerse de ingerir ciertos alimentos, que regularmente se consumían. No engordamos por comer lechuga con agua.
Cuando decidimos una dieta de esta naturaleza, básicamente estamos adoptando una posición de negación al deseo de consumir alimentos que nos dan placer. Recordemos que las grasas son el mayor incentivo al sabor placentero en lo que comemos, así lo reconoce nuestro cerebro. Pero no nos preocupemos demasiado por este aspecto, nuestro cerebro interpreta de manera muy básica. Si estaba llegando como información a nuestros centros cerebrales que había ingesta de determinadas cantidades de grasas, azúcares, harinas, vegetales etc., y esta cantidad de un momento a otro sufre una dramática disminución, la interpretación cerebral es que algo se descompensó en nuestra hábito de alimentarse, y ahora que llega menos, debe empezar a prepararse para mantener el equilibrio afectado, luego asume la decisión de guardar para la escasez y da las correspondientes órdenes a los sistemas corporales que acumulen, en lo posible grasas que es la que genera la mayor fuente de energía.
Ah, que bien es una orden que no puede cumplirse porque al no ingerir grasas no hay como guardar, excelente la dieta funciona. Si pero por muy poco tiempo.
Al cerebro no se le puede engañar en sus procesos primarios, sobre todo aquellos definidos hace miles de años como una reacción de conservación. Cuando se deja de comer, el cerebro activa alarmas que colocan todos los sistemas en alerta, básicamente en cuanto a órdenes referidas, gasten menos, guarden más. Pero llega el momento en que se debe empezar a gastar la reserva de nuestra grasa y con ello la felicidad, el peso empieza a bajar, se cumple el objetivo.
Cada vez que nuestro comportamiento de negación se vuelve más crítico, y si le sumamos que iniciamos paralelamente un régimen de ejercicios que no estaba en nuestra rutina de vida, las alarmas aumentan y los sistemas pasan de una alerta naranja a una alerta roja, el mensaje es que está en riesgo la vida, porque no llega lo que habitualmente debía llegar y la orden que se genera es de activar nuestra actividad instintiva de conservación. El instinto es irracional, inconsciente, se encuentra en nuestra caja negra del ello, actúa por piloto automático, activado el organismo reacciona solo bajo la perspectiva de cumplir la orden de preservación. En este momento la dieta se vuelve imposible, se debe comer y efectivamente se come, pero de manera impulsiva, y el impulso se magnifica con la satisfacción del deseo.
Es aquí donde la dieta se rompe, del agua y la lechuga de meses se pasa a los postres, los excelentes platos y platillos, y el cerebro para evitar conflicto activa otros sistemas con los que se puede justificar este comportamiento, serán miles de formas y conductas, pero la negación desaparece y con ello la respuesta de esa conformación perfecta de sistemas, es debemos guardar para las épocas de negación, que para el cerebro es simple y llanamente escasez. La psique no percibe que se tiene mucho dinero y que no es un problema de hambre por no tener, para ella lo que ocurre es plano y asume las necesarias acciones para restablecer el equilibrio perdido, asumiendo una acción preventiva para futuros eventos. Quedamos mas gordos que al principio. Es el sube y baja de las dietas que jamás pueden cambiar la idea de nuestra psique del hábito adquirido.
Todo esto para explicar con una situación cotidiana como nuestro ser corresponde a dimensiones de absoluto equilibrio, donde todo lo que permitamos que ingrese o no ingrese va a tener consecuencias, dentro del contexto definido de las leyes universales.
Entonces, un primer paso es lograr visualizarnos como seres existentes en un contexto. Vivir no es simplemente asumir el día a día con los millones de propósitos que discurren en nuestra vida. Vivir es tener consciencia de nosotros mismos como seres únicos. Lo que le sirve a otro seguramente no me sirve a mí.
Primero somos seres únicos y luego somos el resto de las cosas. Tenemos una familia, hijos, padres, amigos, pareja, trabajo, bienes, fortuna, etc., pero todo eso cabe solo en la dimensión de nuestro ser. Si estamos en equilibrio con las leyes universales, todo lo que toquemos estará y encontrará el mismo equilibrio. Dios no juega a los dados, recordemos.
Paso uno. Percibirnos a nosotros mismos.
La percepción que tengamos de nosotros mismos es el punto de partida a entender el fundamento de nuestro equilibrio y la conexión con las leyes universales.
Parece que respirar solo se vuelve perceptible cuando tenemos dificultad de hacerlo, pero es una actividad vital que desarrollamos cada segundo y en cada momento de nuestra vida. El universo entrega el combustible lo tomamos y funcionamos, pero cada cuanto tenemos conciencia de ello?.
La respiración es algo fundamental en este proceso, pues nos identifica como seres independientes y autónomos, es lo primero que hacemos al nacer y define nuestra condición de seres independientes.
Respirar la acción esencial de nuestro existir:
Si analizamos brevemente actividades como la meditación, más allá de cualquier otra consideración es una actividad de respiración: dejar que las fuerzas y energías universales entren a nuestro ser de manera consciente y metódica, lo cual le permite a nuestro cerebro trascender a la mera rutina del día a día en la supervivencia. Es la posibilidad de consciencia de nuestra propia existencia y desde allí hacer lo que queramos con nuestra vida, desde la percepción integral del ser psíquico y el ser físico.
Somos maestros de nuestra existencia: El gran arquitecto.
En esta actividad de auto encuentro, nada más propicio que ordenarse como nuestros propios maestros. No creo que debamos ir al Tíbet para respirar y permitir que nuestro ser se conecte con la energía universal.
Lo primero, imaginemos que tenemos nuestro templo y es allí donde confluyen nuestras energías con el universo, esto regularmente lo hemos hecho, sin embargo en esta oportunidad no vamos en búsqueda de la palabra de un sacerdote, sino que vamos a nuestro propio encuentro, entre el ser que percibimos y el ser que vamos a percibir a partir de nuestra propia consciencia de la existencia.
Esto puede sonar complejo, pero es en extremo simple. Una condición inamovible es que si vamos a encontrarnos debemos dedicarnos tiempo para ello. En nuestra rutina debemos incluir tiempo suficiente para nuestros encuentro, ojala y solo para efectos de agenda, abrir un espacio determinado en nuestra rutina, la misma hora todos los días, como el ducharme, ejemplo. Importante es que no implique sacrificar absolutamente nada de lo que hacemos o tenemos que hacer. Es el único tiempo que nos vamos a dedicar, luego es el primer paso al reconocimiento de lo importante que es nuestra existencia.
Lo primero: Lo elemental:
En un comienzo es fundamental ubicar un lugar que nos brinde tranquilidad, un lugar donde nada nos perturbe, ejemplo un templo, una habitación tranquila etc. y definamos nuestro tiempo, 10, 20, 30 minutos, lo importante es que realmente sean nuestros, en estos inicios la cantidad no es lo importante.
Entonces, solo nos vamos a ocupar en respirar de forma consciente, por eso ya en una posición muy cómoda, entendida que no sintamos presiones por correas, vestidos o posiciones, iniciemos con los ojos cerrados, que se asume solo para entender que estamos mirando hacia dentro de nosotros mismos, a asumir una rutina de respiración consciente, voy a proponer arbitrariamente: inhalemos en 7 pasos, contemos hacia arriba y por la nariz. Luego mantengamos ese oxigeno por cuatro segundos en nuestros pulmones y finalmente dejémoslo salir en un paso lento pero constante también por la nariz.
Esto no tiene nada de mágico, simplemente 7 es para exigirnos al inhalar que copemos lo que más podamos nuestra capacidad pulmonar, cuatro para que permitamos que el oxígeno tenga el suficiente tiempo de incorporarse al sistema celular y la salida lenta pero firme como un acto de expulsión de lo que no sirve.
En este mismo momento vamos a poner la mente en blanco, es decir, vamos a evitar pensar en algo diferente a nosotros mismos desde lo existencial. Poder visibilizar hacia adentro nuestro cuerpo y nuestra mente y todo el proceso de interacción entre ellos y el universo.
Poner la mente en blanco, no va ser cosa de un intento, estamos tan intoxicados con lo que nos rodea que en cada instante va a saltar una idea, del problema, de lo pendiente, de lo que fue, de lo que hice o no hice etc. Por eso debemos entender que en estos procedimientos la paciencia en nuestro principal aliada y que la duración de esta actividad equivale a nuestra vida. Luego no hay apuros, dentro de la constancia.
Un ejercicio cualquiera para poner la mente en blanco, es que bajo el ejercicio de respiración, con los ojos mirando hacia nuestro interior (cerrados), visualicemos los números de 100 a 1, en una gran pantalla blanca, solo vemos y pensemos en el numero y vamos contando hacia atrás. Cada vez que venga una idea diferente al número volvemos a empezar de 100. Pueden ser muchas veces, pero lograremos dejar nuestros pensamientos cotidianos en la sala de espera, mientras nos encontramos con nosotros mismos. Busquemos crear una rutina donde respiración y la pantalla encuentren una aparente sincronía, simplemente para crear una confluencia. Esta es la actividad que abre la puerta de nuestra existencia interna. (es una llave como cualquiera, no es la fórmula mágica).
Si quieres ayudarle al cerebro para aislar percepciones externas, podemos usar unos audífonos cómodos con música cuántica, la cual básicamente estimula a la concentración porque anula sonidos externos al estimular zonas cerebrales. Tampoco la música posee poderes mágicos. Pego acá una de las tantas que podemos encontrar en la internet.
Ahora hemos llegado a la puerta trabajemos estas semanas en abrirla y entrar a nuestra propia dimensión del ser.
En este ejercicio, que es esencialmente de auto encuentro, visualicemos a medida que avancemos nuestro cuerpo, empezando por nuestros pies, cada vez que respiremos y busquemos nuestra mente en blanco, paralelamente permitamos tener conciencia de cada una de las partes de nuestro cuerpo. Partiendo de los dedos de los pies, subamos paulatinamente con los pasos de respiración y la cuenta regresiva ojala milímetro a milímetro de cada parte de nuestro cuerpo. En este momento empezaremos sentir liviana nuestra existencia, incluso contracciones de relajación muscular involuntaria. Este es un proceso de vida, luego no hay apuros.
Estos ejercicios básicos, nos colocan en la etapa de preparación para el encuentro y facilitan la percepción de nuestro ser bajo un plano de integralidad, cuerpo – mente fundamental para definir procesos más avanzados, pero igualmente sencillos de conocer y realizar.
La próxima publicación continuaremos nuestra exploración con un nivel más avanzado en este primer momento básico.