DEMONIOS Y OTRAS CRIATURAS
ENCONTRARNOS EN LA SOLEDAD DE NUESTRA EXISTENCIA.
Cuántas veces nos hemos sentado con nosotros mismos, y muy seguramente en medio de una crisis, hemos asumido que la vida nos debe cambiar para mejorar o eliminar lo que nos mortifica. La mayoría de las ocasiones, ni la vida cambia, ni lo que nos mortifica cambia por nuestras acciones.
Si en nuestra mente tuviéramos instalada una sala de crisis, seguramente el mundo de hoy, nos tendría esa sala a reventar y no tendríamos tiempo suficiente para atender todos los asuntos. Para nosotros sería más una sala de exorcismo en la que pretendemos sacar nuestros demonios.
Poco a poco la vida se nos convierte en el infinito laberinto del no saber que viene en la próxima esquina, en el próximo cruce, en la próxima parada. También tenemos personas cercanas que se encargan de volver más críticas las situaciones.
Separarnos y alejarnos a la mayor distancia de esas personas que pretenden nuestra amistad con el único fin de robarnos nuestra energía, como vampiros de nuestra existencia, es empezar a eliminar demonios invisibles que se acomodan en nuestro camino, solo para juzgarnos, envidiar, codiciar, comentar, averiguar y colocar en nuestro camino pequeñas piedras que nos causan grandes lesiones, que nos hacen resbalar, caer sin necesidad, que nos hacen convertir nuestro destino en una dificultad absurda. Y cuya única intención es darnos la mano cuando ellos mismos nos han hecho tropezar y caer.
Lo primero ocupémonos de nosotros:
Recordemos cuando viajamos en un avión, antes de iniciar el vuelo la auxiliar de vuelo da unas instrucciones, y afirma que en caso de despresurización debemos ponernos primero nuestra máscara de oxígeno y luego intentemos ayudar a otras personas. Esta es una elemental regla metodológica de un procedimiento de salvaguardar nuestra vida, aplicable a lo que venimos tratando. Antes de pretender cualquier cosa en búsqueda de la salvación externa, debemos ponernos a salvo por nuestra propia acción.
Para hacer algo gráfico el asunto, veamos:
Lo primero, instalemos una sala de crisis en nuestra conciencia e ingresemos ella, solo con nosotros mismos, parece un asunto de psiquiatra. Pero no, coloquemos dos sillas y una mesa redonda donde solo estaremos nosotros tratando el tema a manera de un diálogo con nuestra propia existencia, volvamoslo esta sala una realidad interior.
Coloquemos al Yo sensato, tranquilo, reflexivo, analítico, político, filósofo, médico, abogado, sacerdote etc.…en una silla, y sentémonos al otro Yo, real, viviente, venal, sanguíneo, reactivo, egoísta, envidioso, malvado, ateo, etc.… en la otra silla y dejemos que el segundo Yo cuente qué le ocurre en sus términos y reacciones, mientras nuestro segundo Yo escucha. Hemos concertado una cita inter – Yo de 10 minutos, al cabo de este lapso que el segundo Yo termine la cita y convenga una nueva reunión al otro día.
Las citas debemos cumplirlas y los dos Yo indefectiblemente deben acudir, siempre inicia la reunión el segundo Yo, bajo la eterna pregunta, Cuéntame qué te ocurrió hoy?, recuerda que tenemos 10 minutos para esta cita. Y dejemos que el segundo Yo cuente toda su historia. No permitamos que el segundo Yo se extienda más de lo convenido, si esto ocurre aburrirá a nuestro otro Yo.
Deja que cada Yo cumpla su rol, el primero escuche y el segundo desahogue todas sus vivencias. No permitas nunca un tercer Yo en la sala de tu mente, dos son más que suficientes. Mucho menos podemos permitir un extraño en este encuentro diario con nosotros mismos. Nuestro primer Yo anotará todo en una libreta y solo él conocerá su contenido, nunca podrá mostrarla al segundo Yo. Ahí anotará sus precisiones, sus percepciones, sus conjeturas, sus chistes, su apreciación del asunto, será suya y nadie más podrá leerla o consultarla. Al final de tu vida ese Yo la quemará.
Tampoco debemos permitir que nuestro primer Yo entregue consejos o haga comentarios, él solo esta en esta primera fase es para escucharnos. Bueno siempre estará ahí solo para escucharnos.
Esta es un sesión que debemos visualizar en nuestra propia conciencia, nunca juzgues la actitud de tus Yos. Aunque parezca que es una actividad de Yo con Yo, lo que nos permite es tomar distancia critica de nuestros dos Yo determinantes y asumir decisiones existenciales acerca de nuestra vida.
Recordemos que la persona en quien más debemos confiar es en nosotros mismos, de esa confianza surge todo lo demás. Cada ser vive por motivaciones e intereses, nuestro interés es la felicidad como un concepto universal de generosidad, lo primero es estar en pleno equilibrio con las fuerzas energéticas del universo, lo segundo estar en sintonía con la ley de la generosidad universal. “entrega de lo que tienes, nunca de lo que te sobra. Que tu mano izquierda nunca se entere de lo que entrega tu mano derecha.”